martes, 27 de septiembre de 2011

Señora


A su vera soy un niño ¿Cómo andamos de salud? Le tengo tanto cariño quisiera hablarte de tú.
Para todo eres ''la vieja'', te llaman Rosa, Manuela, Rosario, Regla o Pilar, tu vida es una novela que anda buscando el final.
No me empiece usted a contar, señora de aquellos tiempos del lavadero y la cal. Hay que hacerte un monumento y nadie te ha hecho nada. Tienes la gloria ganada, Dolores, Ana, María, Carmen, Concha o Soledad, qué guapa estas todavía con tu cara escamondada.

No hace falta preguntarte ni tu nombre ni tu edad, déjame que yo le cante a tus manos arrugadas. Nunca fueron a la escuela, apenas saben de cuentas ni aprendieron a jugar. Tus manos son dos leyendas y nadie te ha dicho nada. Tu vida fue siempre igual, de aljofifa y escaleras, de rodillas encallada, tus manos son para cogerlas y besarlas sin parar. Tu nombre suena a verdad Teresa, Juana, Josefa, Rafaela o Caridad, déjame ver la belleza de tus manos arrugadas.
Trae la guitarra que hoy le vas a cantar a los pechos que una tarde te hartaron de mamar. Ella quiso amamantarte que no podía tu madre, ¿cómo le vas a pagar a alguien que quiso darte de su hijo la mitad?
El campo te vio luchar, de algodones y olivares, de vendimia y arrozal, tú que siempre te aviaste con los flecos de un jornal. Seca tus ojos mujer, Milagros, Paca, Rocío, Candelaria, Isabel, quién se quedara dormido en tus pechos otra vez.

Señora ¿me da dos besos? Que no la quiero cansar, le agradezco el consentimiento para poderla tutear. Ni la sonrisa pintada, fue su marido y sus hijos su único capital, usted vivió con cariño su vida para los demás. ¿Qué más me puede contar, Señora, de aquellos tiempos del lavadero y la cal? Hay que hacerle un monumento y nadie te ha hecho nada.
Señora qué guapa está, Consuelo, Antonia, Luisa, Mercedes o Trinidad, gracias por darle la vida a quién no la olvidará.

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