lunes, 26 de septiembre de 2011

La sombra de nuestro pino


Antes de darte la vuelta, ves ajustando las cuentas del tiempo que nos quisimos. De la manita cogidos, sin querer nos encontramos con un pino recién nacido y en tu puerta lo plantamos cuando eramos un poco más niños.

Hoy he pasado por tu puerta y en la cáscara del pino se pueden contar los meses que tú y yo nos quisimos, por eso vengo llorando. Pon buena cara al mal tiempo, que no se rompa lo nuestro o cada uno a su camino. Eres guapo todavía, no te encierres en tu destino, arregla un poco tu vida o tal vez siembra otro pino que crezca con alegría.

Yo no te culpo de nada ni tampoco soy culpable, amor quédate callado, no tiene la culpa nadie de que el amor se gastara. Como se secan las flores, echa coraje y no llores, que odio las despedidas.
Voy a llevarme la llave por si no me he dado cuenta y yo no puedo dejarte, que no me pare esa puerta para volver a buscarte.

Yo ni siquiera he pensado en arreglar mi destino, quizás volviendo a aquel lado donde encontramos el pino que hay en tu puerta sembrado.
Tantas caricias forzadas ¿para qué la misma almohada si ya no queda cariño? Yo no seré la niña que besaba tus mejillas, lo mismo que un pajarillo. Tú tampoco el niño que iba a buscarme a las noches.

No te sientes en la cama que al final como otras veces, con más caricias forzadas, con nuestros cuerpos se enciende lo que más tarde se apaga. Dame un beso y dime adiós, nos quedamos sin amor de tanto que nos quisimos, ya no sirve para los dos la sombra del mismo pino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario