domingo, 11 de septiembre de 2011

El motor que mueve el mundo [Cap.1]

Dije hace tiempo que no lo haría pero sí, voy a contar algo de carácter más privado. Perdí mi virginidad a muy temprana edad, me acuerdo que tenia mucho frío, a los 15 años, el día de mi cumpleaños. Un momento así es imposible de olvidar. Me acuerdo que a penas sentí nada, fue algo seco y solo sentí una gran vergüenza que se apoderaba de mi cuerpo por no haber sangrado y esa extraña sensación de estar mojada en la cama, me acuerdo que minutos después estaba totalmente incomoda. Quien fuera mi pareja se había preocupado de buscarnos un sitio especial, un hotel bastante bueno en el centro de Barcelona, pero desgraciadamente, esa noche no podía pasarla junto a él. En casa era, y a veces creo que sigo siéndolo, la Cenicienta y a las 12 yo tenia que estar en casa. Aún así logré convencerlos para que me dejaran horas más tarde con escusa de la celebración de mi cumpleaños.

A partir de ese momento y muchas otras experiencias relacionadas con el sexo y mi cuerpo, descubrí que yo era especial. Pasé por una fase de negación, y me repetía una y otra vez que entregarle mi virginidad a mi chico no era malo, pero un personajillo con carita de ángel aparecía y me decía que no era el indicado. No me arrepiento, puesto que si no lo hubiera hecho, hoy en día quizás no tendría la experiencia que tengo ahora porque una vez que empecé, no pude parar.

Quizás escribo esto porque siempre he sabido que tenia un problema con el sexo, para mi contar esto es lograr algo de perspectiva sobre el asunto. Dicen que los que escriben sus problemas y sus cosas es porque se sienten solos, no creo que sea verdad. Es porque tienen algo que contar. Porque su vida es un tanto diferente a las de los demás y la mía en cuestión de sexo, lo es. Y aunque nunca lo confesemos, siempre esperamos a que alguien lo descubra o lo lea a escondidas para conocer la verdadera personalidad del autor.

'Nunca renuncies a aquello que anhelas, porque después te arrepentirás' esas fueron unas palabras que dijo mi hermana hace mucho tiempo. Y seguí sus consejos. Mi amiga Paloma me dijo una vez de pequeñas ''Yo necesito enamorarme, encontrar un hombre que me quiera y si puede ser que de vez en cuando me regale flores'', ''yo también quiero eso, con la diferencia de que yo prefiero que folle bien y entonces, ya le regalaré yo las flores''. Sí, odio las flores, no me gustan. En el campo están muy bonitas y lindas, no necesito que un hombre me regale flores para decirme que me quiere cuando lo puede hacer con una caricia todas las mañanas, con una mirada, e incluso haciéndome el amor.

Justo después, en el hotel de Barcelona, la sensación de que mi primera experiencia sexual no podía ser así me hizo volver junto a él, me faltaba algo. A partir de esa extraña descarga de energía se despertó en mi un deseo de comunicarme a través de mi cuerpo, una curiosidad innata por experimentar sensaciones a través de un beso, una caricia o el contacto con mi piel.

Y solo fue el principio.

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