martes, 13 de septiembre de 2011

Prohibido sufrir

Sufrimientos, dolores que no podemos superar, momentos inesperados, malos tragos, sorpresas, bienestar ... ¿Cómo pasamos de un estado al otro en cuestión de horas?

Hay sufrimientos ajenos que nos caen encima, sin más, sin que hayamos podido preveérlos.
Hay sufrimientos que intentamos evitar a toda costa a los demás, para impedir que nos duelan a nosotros mismos, los evitamos a instinto de supervivencia, porque si no lo hicieramos una parte de nosotros moriría...
Y hay sufrimientos que nadie supo quitarnos y que arrastramos, porque tampoco sabemos librarnos de ellos y esos son los peores, porque son la causa de que hagamos sufrir a los demás.

Evitar el sufrimiento ajeno puede causarnos tanto bienestar, como evitarnoslo a nosotros mismos, aunque a veces las cosas sencillamente ocurren, y en un instante pasamos del mas profundo de los sufrimientos, al bienestar mas grande. O del placer mas esperado, al dolor mas inexplicable.

Nos sorprendemos de sentir dolor justo cuando nos creíamos inmunes a él o nos negamos a sentirlo, porque creemos ser felices y que el mundo entero lo sepa, o nos equivocamos haciendo daño a quien mas queremos, por evitar un dolor a quien en realidad no conocemos.

Cuando hemos probado el placer, siempre lo preferimos al sufrimiento y siempre hacemos lo posible por volver a sentirlo, aunque no nos dejen, aunque pensemos que nadie quiere compartirlo con nosotros.

Buscamos desesperadamente el bienestar, cuando el dolor se vuelve inevitable, o nos regodeamos en el dolor para poder convertirlo, en placer.

Lo cierto es que siempre estamos a tiempo de escoger disfrutar, antes que sufrir.
Siempre estamos a tiempo de ser felices, antes de sufrir, porque la felicidad es el elixir que nos hace eternamente jóvenes.

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