miércoles, 5 de octubre de 2011

Tres grados


Nada como una ducha refrescante con tu chico, para olvidarte del mal rollo del trabajo, los estudios, el día a día, la propia casa... no es que el mal rollo deje de existir, pero mola saber que puedes vivir con el. Aunque para eso, primero tendría que tener a mi chico conmigo...
Yo cuando estoy con el ánimo cambiante, siento algo así como una tristeza en grado 1, es suave, una mezcla de melancolía y añoranza, que a veces te sienta hasta bien, pero a veces se te quita la dulzura de un sopapo.

La tristeza en grado 1, te tiene todo el día a la deriva, a ratos estas bien, a ratos mal. No se puede hacer nada para luchar contra eso.
Grado 2 de la tristeza, ya no hay disimulo, la tristeza esta a la vista de todos pero queda un resto de ánimo para pedir ayuda. En esta fase, a la tristeza se le puede dar esquinazo, los hay que salen de copas y les funciona de maravilla. Los hay que trabajan hasta las tantas y así no tienen tiempo de pensar en nada. Y los hay que intentan esquivar la tristeza, para no tener que sentirla, lo que no deja de ser una bonita pero gran grullada.
Aunque la mejor terapia para un mal día, es quedarse dormido y cruzar los dedos para que mañana no suba un grado la tristeza.

Grado 3 de la tristeza, la cosa se pone fea, amargura, impulso auto destructivo y rendición. En el grado 3, ya no hay consuelo, solo vale el refugio de la soledad, nos sentimos tan mal que no queremos torturar con nuestra compañía a ningún amigo.
Un amigo decía, que por muy mal que te sientas, no te puedes acostar nunca sin haberle arrancado al día, una sonrisa. Supongo que no es un mal consejo, pero a veces están muy caras las sonrisas. Y estamos en crisis.
En el grado 3 de la tristeza, el único consuelo es saber que todo lo malo es siempre pasajero, en el momento menos pensado te espera una palabra que te puede cambiar la vida.

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