lunes, 10 de octubre de 2011

El gorrión


Me encontré una gorriona y se enamoró de mi, yo de oro le hice una jaula y se quería salir. Como el que coge un tesoro y lo guarda, yo la guardé para mi. Por las cosas de la vida, me dio por pegarle un día, cogió la puerta y se fue, qué daño yo no le haría que nunca quiso volver.

Yo tenia que haberme muerto con la mano levantada. Que una mujer es mi madre y la tengo en un altar, si llego a ver que le pega padre, no lo podía perdonar.
Abre la jaula y ya sabes, si ella es mujer que vale, solita ha de volver que una mujer no es de nadie si ella no lo quiere ser.

Una maceta florida yo puse en un pedestal, con el tiempo llegó la sequía y la dejé de regar. A la fuerza la quise florida y se acabó de secar. Mi condición miserable me hizo ver cada tarde que por yo traerle el pan; lo mio era la calle y lo suyo el delantal.

Amiga, suéltate el pelo que no te pegue otra vez. Rompe ya la sentencia del miedo que si naciste mujer mientras tengas los pies en el suelo eres lo mismo que él. Por las cosas de la vida, la jaula sigue vacia y hoy tengo que comprender que yo sólo la quería porque era una mujer.

Que un hombre tiene que ser buen compañero y marido y vestirse por los pies, ¿De qué estará hecho un tío que le pega a una mujer?

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