martes, 18 de octubre de 2011

Su Andalucía


Una de las personas que más quiero por su dedicación, por sus cuidados, su protección y cariño, sin contar con los malos momentos y las discusiones que hemos tenido, incluso con lo verdaderamente mal que nos llevamos, es mi padre.
Es Andaluz, y vino a Barcelona por amor, mi madre. Aquí me criaron los dos pero siempre dejándome como espinita mis raíces andaluzas.

Rebuscando entre sus cosas que guarda con más cariño, un libro se encontró, entre las páginas una foto en blanco y negro de cuando él era un niño, su pantalón de remiendo, con su aro y su flequillo.
Hay que ver cómo pasa la vida y el tiempo, yo se que él sigue teniendo ganas de volver, pero es ya tarde y no puede ser.

Siempre me contaba, que entre el jarrito y la tinaja, su gente y sus buenos dias la vida allí era lo mejor. Hace un tiempo la lluvia del cristal le arrancaba el recuerdo del panadero que venia con su carro y sus canastas y el pan de leña repartía. Y él sabe, que sus nietos no serán de su tierra, de sobra lo sabe, que el pobre se queda solito en la mesa si habla de volver porque ya es tarde y no puede ser.

Cuántas noches se despierta buscando la luz del día. Qué bonito es despertar y asomarse a una ventana con el sol recién salido, qué bonita es la mañana del sitio donde has nacido. No puede ser, no te acuerdes de aquella mañana, que no puede ser, no te acuerdes de aquella ventana y no mires el café, que te pones triste y eso sí que no puede ser.

En silencio repasaba las hojas del viejo libro, en la página 110, gastado de tanto cogerlo, que casi no se veía, un billete en blanco y negro de regreso a Andalucía.

Quien pudiera volver a desandar otra vez el camino, madre mía, quien pudiera volar y escaparse para siempre en tu Andalucía.

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